Una entidad gitana traslada las clases de defensa personal para mujeres al barrio



Article de JORDI RIBALAYGUE PARA eL mUNDO


Es viernes por la tarde y una treintena de mujeres se ajustan los guantes de boxeo en una sala del Casal Cívico de La Mina, exponente de los combates diarios de sus vecinos por la dignidad de un barrio que ha digerido no pocos golpes. Se ejercitan lanzando puñetazos y patadas a los protectores que sujetan sus dos entrenadores. Inmaculada y Rosa, vecinas de La Mina, practican deporte, pero nunca antes se habían puesto a prueba como púgiles. «Está bien para mantenerse en forma, pero también es importante para las mujeres, por muchas situaciones en las que nos podemos ver», piensa Rosa.
Los delitos por agresiones sexuales crecieron un 18,1% en España en 2018 respecto a un año antes; en Cataluña, aumentaron un 17,5%. Se denunciaron una media de cuatro violaciones al día en todo el país. El año pasado, 47 mujeres fueron asesinadas por violencia de género en España y se contaron siete víctimas en Cataluña, según la Secretaria de Estado de Igualdad. En 2019, nueve mujeres han perdido la vida a manos de sus parejas o ex parejas hasta el 15 de febrero, una de ellas en Cataluña.
«Esas noticias te hacen tomar conciencia y que se monten actividades como esta, que nunca están de más», advierte Inmaculada. Revestido de ejercicio físico, la formación para mujeres en defensa personal se expande cada vez más. A La Mina la ha trasladado Kali Zor, una entidad implicada con el pueblo gitano y sus jóvenes.
«Veíamos que las mujeres necesitaban su espacio y que había que darles un empoderamiento. Hicimos un intercambio de ideas con ellas», explica Alfonso Amaya, presidente de la asociación. «Me dicen que les va bien para mantener la línea. No quería escuchar que me dijeran que venían por temor y no lo he escuchado de momento, pero puede haber un trasfondo. ¿Qué mujer no ha vivido acoso? No conozco a ninguna que no sufra o haya sufrido el temor a un ataque machista, porque vivimos en una sociedad machista», reflexiona.
Dos de cada tres catalanas afirman haber padecido violencia machista a lo largo de su vida, según una encuesta de la Generalitat de 2018. Algunas participantes de las sesiones de La Mina confiesan que se han visto intimidadas en ocasiones por su condición de mujer. «Viniendo al curso nos sentimos con más seguridad para afrontar esas situaciones, pero aún llevamos poco tiempo. Se necesita que sea a largo plazo», coinciden Inmaculada y Rosa. «En 43 años no me he encontrado que me haya pasado ni que me hayan robado pero, si salgo de noche, nunca lo hago sola», admite Victoria, quien opina que las lecciones que reciben «van bien para que las chicas puedan defenderse».
Las clases empezaron con una quincena de personas; la cifra ya se ha doblado. Acuden tres veces por semana, y comenzó ofreciéndose a las madres, las hermanas y otras familiaresde los chicos enrolados en la escuela de fútbol de Kali Zor en La Mina, en la que el balón es el aliciente para captarlos y tratar de atenuar el absentismo en las aulas, ofrecerles refuerzo escolar y labrarles posibles futuros laborales. La misma labor lleva años funcionando en el cercano barrio de Sant Roc, en Badalona, donde se han formado dos equipos femeninos, como los que se quieren crear en La Mina.
Kali Zor quiere romper con el cliché de que la cultura gitana es machista y que el feminismo le es ajeno. «Se llega a ese punto por desconocimiento. El gitano es el gran desconocido», sostiene Amaya.
Maite es una adolescente gitana que asiste al curso. De todo lo que les han enseñado, destaca las nociones de artes marciales; y como ejemplo, muestra cómo ocultar una llave entre el puño para volverse contra un agresor. «Si ves que van a por alguien, puedes salir a defenderla», infiere. «En este barrio es importante una actividad así, porque ayuda a sacar a gente a la calle. Hay mujeres que están muy encerradas en casa. Y al ser todas mujeres, nos sentimos con más libertad», aprecia Inmaculada.

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